Los antecedentes de las Cortes los encontramos en la curia regis o curia regia. La curia es un órgano consultivo en el que se debatían asuntos de importancia y que ayudaba al monarca a la hora de tomar decisiones. Había dos tipos de curia: la ordinaria en el que se debatían asuntos de menor importancia y concernientes a la justicia de palacio y la curia extraordinaria donde se discutían asuntos relacionados con las coronaciones, herederos, temas administrativos y, en general, temas de importancia e interés para el Reino. Será en estas asambleas representativas donde se encuentra el origen de las Cortes, cuando en la Curia de 1188, Alfonso IX invita a los representantes de las ciudades a participar en ella, celebrada en el claustro de la basílica de San Isidoro. De esta forma quedan representados todos lo estamentos sociales.
Se tiene una cierta sospecha de la presencia de procuradores urbanos en asambleas anteriores, en la época de Alfonso VII y Fernando II. Al no haber una base documentada, la referencia probada más antigua que se tiene es la del año 1188, año en el que Alfonso IX llega al trono leonés.
La invitación al estamento ciudadano a participar en la Curia de 1188 responde a la creciente importancia que adquirían los grupos urbanos, imposible de ignorar dado el peso que tienen sobre la economía de la época. Este grupo urbano, comandado por artesanos y mercaderes, jugaban un papel de gran importancia en la reactivación del comercio. La representación de los ciudadanos incluía a los habitantes de las tierras de realengo. El resto de los concejos estaban representados a través de su señor, ya fuese laico o eclesiástico.
Las cortes medievales no solo tuvieron un carácter consultivo, además fueron un instrumento de control real. Sobre los temas que se tratasen el monarca tomaba decisiones importantes como establecer nuevos impuestos, cambiar el valor de la moneda o cualquier otro asunto de relevancia.
La causa que motivó estas cortes se encuentra en la pretensión de Alfonso IX de establecer un marco jurídico que consolide el modelo monárquico. En este sistema jurídico estarían contemplados los derechos y prerrogativas del rey, además de poder restablecer el orden político y social. En definitiva, se pretendía instaurar los procedimientos judiciales que garanticen transparencia y objetividad.
La Curia Plena o Cortes de 1188 eran las primeras que se celebraban en Europa, adelantándose a la inglesa 1215, la curia alemana de 1232, o la francesa 1302. La relevancia de este hecho propone al Reino de León como la cuna del parlamentarismo occidental con rasgos democráticos, entendidos dentro del espacio y el tiempo en el que se desarrollaban y en el seno de un estado feudal.
Durante los años siguientes de su reinado se confirmó la actividad jurídica, plasmada en la constitución de 1194 y refrendada en las cortes de Benavente de 1202, donde se pacta el tributo que recibe el nombre de moneda. A estas cortes siguieron las de León de 1208, o las cortes de Benavente de 1228. Estas asambleas, en las que participa el pueblo, se mantienen tras la muerte de Alfonso IX.
Tras la muerte del último rey leonés, su hijo y sucesor, Fernando III de León y Castilla, convoca cortes en Benavente en 1230, caracterizadas por la unión de León y Castilla y donde se aborda aspectos que garanticen una sólida y perdurable unión entre ambos reinos.